domingo, 19 de febrero de 2012

¿Qué es lo que cruza por la cabeza…?

¿Qué es lo que cruza por la cabeza…?
Mientras su mirada llena de resentimiento y capricho siempre me mira desafiante, yo me siento superior… no me llegan ni a los talones. Se que entre todos eso estúpidos nadie me comprende ¡ja! Su cabeza no llega a pensar tanto, ¡bola de inmaduros!

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?

Una fingida superioridad ¿De verdad lo siento? ¿Seré realmente superior? me gusta fingir que no lo creo así. La verdad creo que lo que pienso no es mas que otra manera de elevarme el ego, pensado que puedo razonar mas…

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?

Porque en este entorno en el que no comparto nada me siento así y soy así. No lo puedo evitar, ¡no me agradan! Y aun así me pregunto…

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?

Pero con aquellas personas que di mi palabra de apoyar, las que quiero y me quieren (o al menos eso me gusta pensar) con ellas… me siento pequeña y torpe, las formulas matemáticas ya no importan, ni tampoco los datos de la cultura japonesa. Me hacen sentir que debo mejorar. Arreglo sus problemas de modo lógico y las consuelo. No importa nada ellas son superiores.  A veces me siento usada… pero es mi culpa ¿no? ¿Por que ser tan sumisa? Porque parecer tonta y sin pensamiento… amable y justa… ¡hasta sincera! ¡por dios! ¡Si yo soy  fuerte! Soy lista y no necesito de los demás…

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?
Mentiras, solo mientes
Los  necesito…

¡LOS NESESITO! No quiero estar sola… no, no mas la de el medio… Superior o no, no quiero ser odiada pueden catalogarme de fea de mala, de arrogante, pero…

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?

Círculo círculo…. ¿Cuál de las dos soy?

¿¡Por qué la sociedad esta tan jodida!?

¿soy realmente original o otra del monton…?

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...? superior

¡Es que no los soporto! ¿¡Que es que nada les cruza por la cabeza?! Tan superficiales, tan vacios…


¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?

¿Y de mi…? ¿pero que se puede decir de alguien tan ridículo que es enorme en un lugar y pequeño en otro?

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...?

Por eso… ¡Me gusta perderme en mi mundo de fantasías!  Y a si olvidar me de esta vida para poder irme a volar a un lugar donde el mundo tanto como yo… no estemos jodidos…

¿Qué es lo que te cruza por la cabeza...? hummm… NADA

martes, 14 de febrero de 2012

kanji!

yo misma hice esta labla luego subire la hiragana y tambien consejos para pedirle cosas a tus padres

martes, 27 de diciembre de 2011

Las velas de Umiko, la hija del mar

Encontré esta leyenda en otro blog y me encantó porque amo este nombre (Umiko )

Umiko, la hija del mar



Hace mucho, mucho tiempo, vivía en el fondo del mar del Japón una sirena llamada Amara, la esposa del genio del mar. Amara solía subir a la superficie de las aguas y allí tenderse en alguna roca desde la que pudiera contemplar la ciudad, a lo lejos. Le gustaba especialmente hacer esto de noche, cuando las luces de la ciudad casi eclipsaban a las estrellas del cielo. Envidiaba a los habitantes de la ciudad que tenían siempre esa luz que no se encontraba en el fondo del mar, y que además podían sentir en sus rostros el viento, el sol, la nieve... cosas que a ella le estaban vetadas. Así, decidió que si ella tenía una hija, no le privaría de esas sensaciones que ella se había perdido.

Poco tiempo después, este pensamiento se hizo realidad, y la sirena Amara fue madre de una pequeña y hermosa criatura. Y con gran dolor de su corazón, pero sintiéndose a la vez satisfecha por brindarle esa oportunidad a su hija, la trasladó a una montaña que había cerca de la ciudad, en la que se alzaba un templo. Y allí la dejó, en las escalinatas del templo, besándola con uno de esos besos que sólo dan las sirenas y los seres mágicos, que crean un aura de protección.
Abajo, en el pueblo, vivía un matrimonio que dedicaba su vida a la elaboración de velas que luego los peregrinos llevarían al templo. Como fuera que su pequeño negocio iba muy bien, decidieron ir ellos mismos al templo ese día a agradecerle a su dios los bienes que les había dado. Así, cogieron dos velas y se dirigieron hacia el templo, donde hicieron su ofrenda.
A la vuelta, mientras bajaban, creyeron oír un llanto débil. Buscando el origen del sonido, no tardaron en encontrar a la pequeña recién nacida, y movidos por la compasión y la responsabilidad, la recogieron. Cuando le quitaron las mantillas que la envolvían, descubrieron asombrados que no era como las otras niñas: la mitad inferior de su cuerpo era como la cola de un pez, recubierto de escamas brillantes; era una sirena. Así pues, la llamaron Umiko, que quiere decir "la hija del mar".
Pasó el tiempo, al niña creció y llegó a hacerse una mujer de extraordinaria belleza. Su piel era suave como el melocotón, tersa, y sus ojos despedían un fulgor único que recordaba al de las esmeraldas. Su cabello largo parecía ser amigo del viento, pues ambos jugueteaban constantemente, y en fin, Umiko despertaba pasiones entre todo el que la observaba. Ella, humilde, se sentía incómoda por el efecto que causaba en los otros, con lo que les pidió a sus padres adoptivos ser quien fabricara las velas que ellos venderían, porque así no tendría más contacto con los demás que el estrictamente necesario. Y así pasó ella a encargarse de esta tarea, añadiendo además a las velas que hacía hermosos dibujos de pájaros y flores y sobre todo, paisajes marinos que de algún modo le venían a la mente. El número de compradores aumentaba sin cesar y además se extendió el rumor de que esas velas eran eficaces talismanes si uno quería emprender un viaje en barco.
Un día apareció en la tienda un mercader que pidió ver a la creadora de las velas que compraba. Al ver a Umiko, pensó que sería un gran negocio exponerla al público y quiso comprársela al matrimonio. Al principio ellos se indignaron, pero tal fue la insistencia del mercader que al final se la vendieron por una fuerte suma de dinero. Cuando Umiko se enteró les suplicó que cambiasen de idea, pero de nada sirvieron sus lamentos; el trato estaba cerrado.
Por la noche le pareció oír una voz que la llamaba, como si el mar repitiera su nombre, pero nada vio. Pasó la noche pintando su última vela. A la mañana siguiente había un carro preparado con barrotes para llevársela hasta el puerto, donde tomarían un barco que les llevaría al continente. Partieron, y en la casa quedó el matrimonio intranquilo, presintiendo que habían actuado mal y que ahora un peligro se cernía sobre ellos.
Llamaron a la puerta, abrieron y apareció una mujer vestida de blanco que quería comprar una vela. Dándole a elegir, ella escogió precisamente esa última vela que Umiko había pintado la noche anterior. Echándoles una última mirada, no sabría decir si rabiosa o despreciativa, pagó y se fue al templo, en cuya escalinata dejó la vela encendida.
La vela brilló con una luz inusualmente fuerte, inusualmente viva. Enseguida, una horrible tempestad empezó a azotar la costa. El barco en el que viajaban Umiko y el mercader intentó en vano volver al puerto, pero una enorme ola lo precipitó al fondo del mar. Mientras el barco se hundía, la última imagen que vio el mercader, que creyó estar delirando por la cercanía de la muerte, fue la de una mujer de blanco, con cola de pez, que se llevaba a Umiko de la mano. Era Amara rescatando a su hija. Tras la tempestad, el pueblo quedó borrado del mapa, resistiendo sólo el templo y su escalinata. Y no hace mucho aún se vendían en algunos pueblos japoneses unas velas pintadas que recordaban mucho a las que pintara Umiko, la hija del mar, y que los marineros seguían encendiendo antes de emprender cada travesía...

martes, 20 de diciembre de 2011

Nada del otro mundo... ¿o si...?


Esate es un fanfic de naruto especificamente naruhina...

Nada del otro mundo ¿o si…?
 Era un bello atardecer,  suaves pincelazos de tonos anaranjados entre rojizos y rosas, se derramaban en el cielo y en sol comenzaba a bajar por las enormes rocas talladas, con los rostros de de los grandes héroes y líderes de la aldea shinobi en el país del fuego, un ejemplo del día perfecto, diría cualquier ser con vida,  la aldea se rodeaba de alegría, de belleza, los niños jugaban, los pájaros cantaban las ultimas notas, para dar paso a la luna y a los cantantes nocturnos, con sus aullidos y peculiares chiflidos. Todo era paz, pero no para todos era así…

Pasaba una chica de cabellos azulados y oscuros como la noche, largos y sedosos que le llegaban hasta su bien formado y abundante pecho; mientras que caminaba, por cada paso una lágrima pura resbalaba por su suave y clara mejilla hasta el disparejo suelo, pavimentado hace años.


--- Hinata-sama ¿otra vez está llorando?

Que la joven y hermosa heredera de su clan llorara,  no era nada del otro mundo, sin embargo no estaba bien… después de todo los Hyuga no entendían los sentimientos de la jovencita, eran tan Cerrados; pero lo único que hacia la chica de orbes de perla era reprimirse así misma de débil, de tonta y de dramática, de su personalidad.

--- Hinata–sama, tranquilícese--- dijo el joven prodigio de la familia Hyuga, que se encontraba atrás de la chica, savia sus motivos, el infierno de su vida, el que ocultaba con tímidas  sonrisas, después de todo, se sentía odiada, por su padre, y por su  familia, no era para menos, tachada por débil, despreciada, cambiada por su hermana, ella estaba segura de que no solo los miembros del consejo de los Hyuga  hubieran preferido a su hermana como heredera, sino hasta su mismo padre Hiashi  Hyuga.


--- Estoy bien, Neji-nissan--- dijo al girando la cabeza hacia el joven, y sonriendo tierna, levemente, era obvio, ella mentía, alrededor de sus ojos estaba hinchado, sus orbes estaban rojos e irritados, se encontraban vidriosos, y en sus mejilla avían pequeñas y pocas pero notables lagrimas secas.
--- Pero Hinata-sama…--- no acabo la frase
--- Estoy bien, no te  preocupes…---  dijo con una sonrisa dibujada en su rostro, ella siempre sabia como ser amable, tan callada, tímida, inexpresiva.
--- Está bien, no me queda más remedio--- dijo un poco cortante y resignado, aun no estaba conforme, pero él no sabía qué hacer, y si supiera no lo podría hacer el, solo dos personas podían ayudarla. La chica se sentó en una de esas bancas que estaban al lado de ella cerca de la salida de Konoha.


Avanzo por la calle lentamente. Dejo  a la chica sola, ella miro hacia el cielo, ya había anochecido, el azul oscuro tan profundo de esa noche era peculiarmente especial, la luna y las estrellas iluminaban con su claro y hermoso brillo, el cielo se veía infestado de esas estrellas que probablemente se encontraban a trillones de años luz, tan inalcanzables, tan hermosas, a veces lo más bello es lo que no se  puede conseguir.


Nuevamente las cristalinas lágrimas comenzaron a caer; ¿Por qué era así su  vida…? ¿Por qué era tan débil? ¿Por qué Naruto no le correspondía…?
  Esta última pregunta la hiso pensar, Naruto siempre estuvo ahí… pero, no como ella lo necesitaba, y otra vez  comenzó a reprenderse a sí misma, -- ¿Por qué soy tan egoísta…?


Su mente se llenaba de dudas, la desesperación la hundía;  por si fuera poco:
Unas gotas empezaron a caer lentamente, unas gotas frías, cristalinas, confundiéndose con las salinas lagrimas de la chica tímida y deprimida; pronto las  gotas se hicieron más grandes, más obscuras, más rápidas eran mucho más de esas pequeñas gotas, ahora grandes, que caían desde el enorme cielo obscuro, mojando todo en piso, robándole el espacio a brillantes estrellas, se iban  obscureciendo el cielo más de lo que ya estaba por el velo de  la noche.


Todo, cada vez mas  quería salir, olvidar este monótono sufrimiento, ese que la ha torturado des de que ella era una pequeña niña, desde que lo conoció, desde que esa niña nació, no la podía odiar, la chica de orbes de luna era demasiado buena para eso, aparte, era su hermana, la quería mucho, la pequeña no tenía la culpa, el sufrir de Hinata, no lo causaban sus acciones; la joven de cabellos tal cual como la noche, con ese especial brillo azulado, no culpaba a  nadie a su alrededor, sino a sí misma.


De pronto  una figura se comenzó  a divisar en la oscura noche, una figura muy bien conocida por la chica  de orbes comparables en belleza con una perla o la misma brillante luna; la figura tenía las manos en lo que parecían sus  bolcillos, se  acercaba lentamente, a pasos torpes y largos, aun sin ver su mirada la atravesaba  como una flecha purificadora y tranquilizante,  esa mirada, que aun sin, con la intensidad ver  reconocía de un enamoramiento joven que paso a ser un profundo y duradero amor puro, que relucía en lo más profundo y al mismo tiempo lo mas externo de el alma de la de ojos de luna, y alimentaba su existencia de brillo y esperanza, por la persona que ahí se acercaba a ella pretendiendo ser sigilosa pero lo único que lograba era sonar cada vez mas.


Finalmente  la distancia se restringió a uno cuantos pasos, las mejillas de la chica de sedosos cabellos y orbes de perla se torno carmesí a más no poder era un disparejo carmín brillante ocultado por el velo de la noche; al chico se le distinguían unos orbes de un hermoso azul  claro como el celeste del cielo de un soleado día, ahora, a pesar de la obscuridad se distinguían perfectamente. No tardo en percatarse de las lagrimas secas, el inevitable sonrojo, y lo irritado se sus ojos, algo extraño en el, puesto que solía ser distraído, pero, esa noche en especial…. No le importaba que se mojara.
--- Hinata, ¿Por qué lloras? eso  se ve mal.
la chica dijo deprimida:
--- G-gomen N-na-aruto-kun
--- ¿Mm...? ¿Por qué te disculpas? Lo que pasa es que cuando estas alegre te vez muy bonita ¡dattebayo! Por eso triste se pierde eso…
--- ¿E-en se-eri-io? --- dijo la chica con ojos de luna
--- ¡claro!

El chico de rubios cabellos se sentó, al lado de la joven y miro el oscuro y nublado cielo.

--- Mira Hinata-chan, el cielo se está abriendo, ¡dattebayo!--- dijo mientras la chica  hacia un esfuerzo sobre humano para no caer desmallada.
--- Si, tienes razón na-naruto-kun
la luna que se asomaba como si fuera un poco tímida, iluminaba a la hyuga en la cara apenas para distinguir su delicado rostro.
Bajo un poco su inocente mirada, hasta cruzarse con la hechizante de él, pasaron varios segundos… se quedaron los dos mirándose.
Entonces la mira, lo mira y suspiran, ella cierra los ojos el aparta la vista, apenas respira se hace pequeñita y se pone a temblar.
Entonces ocurre despiertan sus labios y pronuncia su nombre tartamudeando
--- n-naruto-kun
Ella supone que él piensa que chica más tonta y se quiere morir.
Pero el tiempo se para… y el le toma la mano
Le encuentra la cara gracias a las manos
Entonces la chica se armo de valor… ¡y lo beso en los labios!
Se juntaron poco a poco con dulzura y lentitud, disfrutando cada segundo que pasaba, poco a poco la velocidad aumento el beso el era tierno pero salvaje, bello pero pasional el chico empezó a jugar con la lengua de ella, mientras ella nerviosa y tímida la tenia tensa y poco a poco la fue soltando; hasta que los dos jugaban lentamente con las leguas con soltura y caballerosidad, los labios de ella eran suaves y cálidos húmedos y carnosos.
Se separaron después de un beso largo e inolvidable para ambos.
Respiraban entre cortado,  maldijeron el respirar…. Hinata se moría de alegría, su vida ahora tenía un sentido…
Antes de  caer desmallada en las piernas del muchacho lo oyó decir:
--- ¡Wow, Hinata-chan, eso fue increíble dattebayo!
Que le dijera que era bonita no era nada del otro mundo
 Que Naruto se preocupara por ella no era nada del otro mundo  Que  Naruto se le acercara así nada mas no era nada del otro mundo
Que le gustara el beso, no era nada del otro mundo… ¿o sí?